Hoy es el día que miles de médicos se juegan su futuro a un solo examen (también enfermeros, psicólogos, farmacéuticos, físicos y químicos se examinan, pero voy a centrarme en los médicos por razones obvias).
Recuerdo aquel día como si fuera ayer. Bueno los dos días con 7 años de diferencia. Pero es el último el que me marcó para siempre. Ese día me lo jugaba todo. Sabía que si no salía esa vez no saldría nunca porque no volvería a pasar por ello una tercera vez. Estaba histérica. No me veía a la altura de las circunstancias. Y había un añadido. Al mismo tiempo sabía que mi relación pendía de un hilo y que faltaba muy poco para que el hilo se rompiera.
Pero a lo que iba. El examen fue un desastre (al menos esa fue mi impresión). Nada más empezar abrí una coca-cola que llevaba y de la presión salpicó en todas direcciones mojando mi examen y a la gente que tenía al lado. Lo limpié como pude y empecé. Las primeras preguntas no podía responderlas y el miedo se apoderó de mí. Poco a poco fui haciéndolo como pude y las 5 horas pasaron con la velocidad del rayo. Al salir, todo se me vino abajo. Lloré desconsoladamente por haber tirado a la basura tantos meses que podía haber empleado, tal vez, en cuidar un poco más otros aspectos de mi vida.
Pero pasaron los meses, salieron las notas, la posición respecto a los demás y el día de la elección de plaza. Parecía que la plaza era para mí. Y lo fue.
Cuando se aproxima el MIR y cuando se empiezan a incorporar los nuevos residentes, me acuerdo de aquellos momentos y me hace recordar que ya llevo dos años (y a punto de entrar en el tercero), que soy capaz de hacer cosas que nunca imaginé que podría hacer y que tendré que enseñar lo que pueda a esos nuevos residentes que vienen. Y siento un poco de miedo, a la vez que emoción.
De repente recordé ayer algo. Que yo estoy aquí porque cierta persona me insistió hasta la saciedad que volviera a prepararme el MIR hasta que me convenció. La misma persona que pagó los libros. La misma persona que me apoyó en todo el proceso. Y creo que nunca se lo podré agradecer lo suficiente en lo que me queda de vida. Gracias,
PerroAndaluz. Estoy aquí gracias a tí.